Breve texto aparecido en el diari Antisistema número 15 del mes de Junio.
Contra el Civismo.. ¡Hazlo tú mismx!
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El civismo es la idea de que el Estado es todo [...] y que el valor del individuo como hombre se deriva de su cualidad de ciudadano. Bajo este punto de vista, el mérito supremo es ser buen ciudadano; no hay nada superior, a no ser el viejo ideal de buen cristiano.
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Max Stirner
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Pasados algo más de 2 años tras la implantación de la Ordenanza Cívica podemos observar como ésta, para bién o para mal, parece haber calado hondo en gran parte de la población de la ciudad de Carcelona pese a la suma arbitrariedad con la que es ejecutada por las llamadas fuerzas del orden. Desde el punto de vista del Ayunta-miento y de su extensión personificada en el/la Perfectx Ciudadanx Cívicx, cualquier actividad que escape o rompa de forma directa con la normalidad impuesta de lo correcto (desde realizar una pintada política a mear en una esquina) es susceptible de ser metida dentro del saco del inCivismo, convirtiendo dicha acción en un mero acto vandálico.
De esta manera, si bién es cierto que cada día son más lxs ciudadanxs que deciden posicionarse bajo la hipócrita bandera del Civismo, aceptando con fervor el compromiso de convertir a cada habitante urbano en un policía tanto para sí mismx como para sus vecinxs, también podemos hablar de un importante sector cuyo sentimiento de rechazo ha propiciado el surgimiento de lo que podría denominarse como el movimiento incívico: artistas urbanxs, punks, graffiterxs, chusma en general, provocadorxs, gentes de mala vida, individualidades conscientes de toda índole y muchas de las personas consideradas corrientes han decidido reaccionar ante esta nueva Era del Civismo nacida con el objeto de reforzar el control progresivo del individuo a través del control de su hábitat social: la plaza, la calle, el parque, el transporte público, etc.
Ante tal panorama, acentuado por la pasividad inamovible de la masa borreguil carcelonina, y ante el éxito y la difusión que han llegado a alcanzar algunas iniciativas autonómas aisladas (y en muchos casos prácticamente individuales), la Saltada Popular, basándose en su propia experiencia, anima a todas aquellas personas llamadas incívicas a perder el miedo pasar a la acción: pintemos las paredes y llenémoslas de carteles, recuperemos las calles y plazas como lugares de vida, adueñémonos del transporte público convirtiéndolo en popular, pongamos esta ciudad patas arriba.. Las únicas armas que necesitamos son la imaginación y la voluntad propia.
